La deforestación o tala de
árboles es un proceso provocado generalmente por la acción humana, en el que se
destruye la superficie forestal. Está directamente causada por la acción del
hombre sobre la naturaleza, principalmente debido a las talas o quemas
realizadas por la industria maderera, así como por la obtención de suelo para
la agricultura, minería y ganadería.
Talar árboles sin una eficiente reforestación resulta en un
serio daño al hábitat, en pérdida de biodiversidad y en aridez. Tiene un
impacto adverso en la fijación de dióxido de carbono (CO2). Las regiones
deforestadas tienden a una erosión del suelo y frecuentemente se degradan a
tierras no productivas.
Entre los factores que llevan a la deforestación en gran escala
se cuentan: el descuido e ignorancia del valor intrínseco, la falta de valor
atribuido, el manejo poco responsable de la forestación y leyes medioambientales
deficientes.
En muchos países la deforestación causa extinción de especies,
cambios en las condiciones climáticas, desertificación y desplazamiento de
poblaciones indígenas.
La deforestación afecta el ambiente y ocasiona las
siguientes consecuencias:
1. Extinción de especies de la flora y fauna
silvestre.
2. Alteración del clima.
3. Extinción de corrientes de agua.
4. Erosión de suelos y pérdida de
fertilidad.
5. Sedimentación de cauces.
6. Sequías.
7. Inundaciones.
8. Destrucción del paisaje natural.
Panamá ha perdido el 55% de sus manglares desde 1969
La explotación de este
recurso natural lo mantiene en peligro. Según datos de la FAO, hasta 2005 se
habían perdido 80 mil hectáreas de ellos
Los humedales son hábitat de una diversidad de animales, entre otras,
aves nativas y migratorias.
Ante la destrucción que están sufriendo los manglares de Panamá
por las actividades de los seres humanos y la importancia que éstos representan
para el medio ambiente, el Centro de Incidencia Ambiental (CIAM) convocó a un
grupo de activistas y expertos nacionales y extranjeros para analizar la
situación actual de estos recursos, los posibles impactos que podrían ocasionar
la falta de ellos y lo que se puede hacer para mitigar sus efectos.
Esto se dio a conocer durante el seminario taller: ‘Humedales de
Panamá: su importancia, la valoración económica de sus servicios para el
desarrollo comunitario y su gobernanza’, organizado por el CIAM y la red
Panamanglar. El evento contó con la participación de la socióloga Lourdes
Lozana, los abogados del CIAM Luisa Araúz y Antonio Chang, los biólogos Yehudi
Rodríguez, Marian Trejos y el mexicano José Luis Andrade; así como también del
geógrafo Gustavo Cárdenas, la directora de la Escuela Básica General del Espavé
de Chame y promotora del proyecto ‘Guardianes de los Manglares de Chame’,
Carmen Aparicio, y de la dirigente ambiental Reyna Rodríguez como expositores.
En su disertación, el doctor Andrade destacó que los problemas
que se están dando actualmente en estos ecosistemas se deben a la explotación
de los recursos que proporcionan y es un hecho que no solo se le puede atribuir
a una sola persona, sino que es responsabilidad de todos (sociedad en general).
Agrega que, según el estudio de Evaluación de los Ecosistemas
del Milenio (2001), en los últimos 50 años, el hombre ha transformado los
manglares más rápido y extensivamente que en ningún otro período de tiempo
comparable de la historia humana, en gran parte por resolver rápidamente las
demandas crecientes de alimento, agua dulce, madera, fibra y combustible. Esto
ha generado una pérdida considerable y en gran medida irreversible de la
diversidad de la vida sobre la Tierra. ‘Realmente la situación de los
ecosistemas naturales, de los manglares, es muy grave. Todos están bajo
presiones humanas. Necesitamos comer y nos gusta bien. No podemos decir que no
es culpa de nosotros porque lo es’, afirmó el biólogo mexicano.
En cuanto a la cobertura de manglares en Panamá, la bióloga Yehudi
Rodríguez resaltó que, según datos de la FAO, éstos han sufrido un descenso muy
drástico en los últimos 38 años. ‘Un 55% de los bosques de manglar de Panamá
han sido destruidos desde 1969 hasta 2007. Solo entre 1980 y 2005 se perdieron
80 mil hectáreas’, indicó Rodríguez.
Destaca que esto se debe en gran parte a que los están
convirtiendo en zonas altamente pobladas y a la tala indiscriminada, lo cual
trae como consecuencia un desequilibrio ecológico que por mínimo que sea, su
precio es alto. ‘Su rol en la estabilización de la franja costera es vital, y
aunque no se debe negar los otros beneficios que brindan, considerar únicamente
su valor como protector de la línea costera debe ser suficiente para su
conservación’, afirmó.
‘El valor de los humedales de Panamá y su biodiversidad se puede
resaltar, pero hay especies que se están extinguiendo’.
Aunado a esto, la abogada ambientalista Luisa Araúz agregó que
la destrucción de este ecosistema también está provocando el desplazamiento
forzado de millones de personas que habitan en zonas cercanas a las costas y
según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) es una falta a los derechos
humanos.
Respecto a las formas como se pueden recuperar esas zonas y
mitigar los efectos del clima por la falta de los bosques de manglares, la
socióloga Lourdes Lozana dijo que una alternativa es la reforestación y el uso
sostenible del recurso. Igualmente, Andrade sugirió denunciar los hechos ante las autoridades y buscar el apoyo y orientación de organismos ambientalistas como CIAM.
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